dos.heri.dos
Ayer me peleé con mi hermano. Hubo insultos, empujones y algunos golpes. ¿El motivo? una verdadera estupidez! (como suelen ser los inicios de muchos pleitos). Él comenzó a gritarme (por la estúpidez en cuestión) y después se calentaron los ánimos de ambos. El saldo final fue: Un dedo cortado (muy profundo y para colmo, mío)... y nuevas heridas en un expediente ya bastante amplio de enfrentamientos entre los dos. Ya estoy acostumbrado a esto. Mis padres mismos saben que el carácter de mi hermano es sumamente especial y yo sé que aunque pude haberme contenido más (lo cual hice y muchísimo) sus arranques de coraje ya rebasaron el límite de mi paciencia... En fin, el se va éste próximo domingo a Hong-Kong a alcanzar a un amigo. Estará allá 2 meses (o quizá más). La casa -me duele decirlo- estará más en calma sin sus sorpresivos cambios de humor y ese carácter explosivo. Y yo sólo compruebo que tras diez años de haber vivido fuera de casa muchas cosas no cambiaron y estar de nuevo inmerso en una dinámica familiar me resulta a veces complicado. Hoy, como ya me vale madres y es usual esto que pasa con él, ya no sé si es más profunda la herida que me quedó en el dedo de la mano o esa que aunque no se note, se queda en los corazones de esos dos que aunque se peleen mil veces, no dejan de compartir esa sangre que ayer fue derramada...
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