miércoles, agosto 23

Serendipia

Mientras la geometría es capaz de dibujar una línea de posibilidades infinitas entre dos puntos en el espacio, también se burlaba de ellos, separándolos por una distancia íronicamente más corta y tangible de lo que ambos podrían imaginar (si es que acaso ellos lo imaginaban...) Esa tarde, mientras sus dedos golpeaban el teclado del ordenador, a él le era inevitable no mirar como la brisa del domingo perforaba las cortinas de su habitación. Parecía arrastrar hasta él el sabor de su aliento. La imaginaba aún sin la certeza de saber quién era ella (pero sí sabía que existía). Podía casi sentir su respiración en la nuca, y ese olor a fresas silvestres que le resultaba tan familiar como las letras que tenía justo enfrente, en el monitor. Ella por su parte, en ese instante probablemente estaría soñando, dormida o despierta, provocando sin saberlo -o con cierta alevosía- un caos de nubes revueltas y planetas desorbitados. A veces eso lo distrae y ella ni siquiera se percata, como en ese preciso momento que desvió su atención de lo que hacía para mirar por la ventana, y asomarse allá donde seguramente ella añora su presencia. Casi todos los días, cuando el sol se esconde, él conduce por el boulevard persiguiendo la línea del horizonte para guardar el secreto de ambos allá atrás donde la noche lo calla todo, donde sabe que estará seguro. Lo que él no sabe es que sólo una estrella los separa... aquella misma que una vez nombraron juntos en otra vida, en otro tiempo, donde ella poseía otro nombre y donde él la imaginaba eterna. Él, por alguna extraña creencia, confía que en la oscuridad su secreto estará a salvo. Cree que la noche llega a tener ese poder de camuflajear con su velo de luz los secretos de los enamorados. Porque sucede que él se enamoró de nuevo, cuando ya no creía que le pasaría, la vida o eso que los humanos llaman destino, lo golpeó de nuevo haciéndole descubrir, que las estrellas pueden cambiar de nombre para seguir siendo guías y musas y así pasar a formar parte de una nueva historia. Dicen los pocos que de verdad le conocen que ahora ya no es el mismo, que comenzó de nuevo y él piensa en un futuro compartirlo todo con ella, cuando se decida a aparecer (y no sólo a dejar pistas de alientos sabor a fresa y caricias fugaces disfrazadas de viento cálido de verano). Porque él sabe que más allá de cualquier línea infinita, ella lo espera y lo siente y hasta lo puede mirar sin necesidad de hacerlo con los ojos... lo sabe latiendo. Porque justo en el preciso instante en que él devolvía la mirada al monitor de su ordenador, ella, en algún lugar del planeta, reaccionaba con sorpresa y se sonreía. Ahora él sabe que ella esta ahí y que quizá como él, espera ese día en que ambos puedan reunirse, quizá la misma tarde en que el mar se funda con la luna para hacer el amor.

Image Hosted by ImageShack.us