El pequeño vals del caracol
Cuando te cuelgas de la ventana y miras para abajo sólo puedes ver tus diminutos zapatos azules con las agujetas desatadas... no miras más allá, al suelo... porque te da miedo... en lugar de eso imaginas un pasto acolchonado y verde como en las caricaturas... y las yemas de tus dedos se tornan rosadas como caramelos por la opresión de la sangre en tus manos. Es difícil sostenerte pero el miedo que sientes es tal que no pretendes dejarte caer... y tus pies se balancean y con las agujetas sueltas dibujas caracoles en el aire, y giran y giran y giran los caracoles y las lágrimas te impiden ver arriba porque los rayos del sol se encapsulan en ellas y brillan tanto como el pasto verde en tu cabeza... y no te sueltas, porque tienes miedo a caer, porque sabes que si te sueltas no hay ni pasto ni verde que te salve... eres sólo tú y tus dedos rojos... eres sólo tú y la ventana, y tu deseo de ponerte a salvo adentro, donde no existe el vacío... sólo tu cama con sábanas de franela y ese monstruo en tu armario que te vigila desde que te mudaste a esa habitación para estar solo, porque tú ya eras un niño grande... y necesitabas crecer.