viernes, abril 28
miércoles, abril 26
En ese lugar de nadie...
Me gusta tomar fotografías. Procuro llevar mi cámara conmigo y cuando veo algo que me atrapa simplemente sostengo la respiración y disparo. A veces me pongo una especie de juego o ejercicio: Escribir algo derivado de lo que una de esas fotografías me provoca... hacerlo en no más de 3 o 5 minutos. Ver la foto, sentir y escribir. A veces salen cosas buenas, a veces cosas sin sentido. A fin de cuentas, es sólo un juego. He aquí un ejemplo:
Calmo mi sed en tu boca,
en esa cueva oscura que es tu boca,
esa que me traga por las noches y
me arrastra... que me alivia.
Vuelo entre segundos que duran para siempre
recorriendo las cavernas de tu cuerpo,
tu carne infinita, tu sangre, tus misterios.
Me detengo en ese lugar de nadie,
donde lavo mis heridas con tus sombras,
justo detrás de tus ojos, esas ventanas abiertas
que me atrapan, y aunque abro de nuevo mis alas
yo sólo tengo el deseo... de dejarme caer.
foto: carlos
Calmo mi sed en tu boca,
en esa cueva oscura que es tu boca,
esa que me traga por las noches y
me arrastra... que me alivia.
Vuelo entre segundos que duran para siempre
recorriendo las cavernas de tu cuerpo,
tu carne infinita, tu sangre, tus misterios.
Me detengo en ese lugar de nadie,
donde lavo mis heridas con tus sombras,
justo detrás de tus ojos, esas ventanas abiertas
que me atrapan, y aunque abro de nuevo mis alas
yo sólo tengo el deseo... de dejarme caer.
foto: carlos
miércoles, abril 12
Mi Julieta
Me senté en la sala a esperar la muerte de mi abuela. Esa noche su médico nos informó que difícilmente mi abuela vería la luz del día siguiente. Nunca los segundos me parecieron tan eternos. Hace ya casi un mes de eso. Para ser exactos falleció el 18 de marzo, aunque la agonía comenzó un par de meses antes o quizá un poco más. La agonía de ella y la de todos los que la amabamos. Su ausencia aún flota latente sobre mi cabeza y mi corazón. Ya el doctor nos había advertido que la muerte de mi chula era inminente. "No podemos hacer nada más que esperar... tiene cáncer... muy avanzado ya". Las palabras del médico aquel me golperon el rostro como si el destino mismo me hubiera abofeteado con todas sus fuerzas, provocando en mí una enorme incredulidad y un dolor sin igual. La sangre en mis venas hervía de coraje. Mi chula preciosa, como yo solía llamarle, estaba a punto de partir para siempre. Y con ella se llevaba su sonrisa, sus cuidados, sus consejos y sus bromas, todos los momentos juntos y todo ese cariño repartido entre sus hijos, sus nietos y bisnietos. Todo lo bueno que durante 28 años compartió conmigo. Hoy sólo me queda su recuerdo y cierta tranquilidad me acompaña porque siempre le dije en vida lo mucho que la amaba y la admiraba. Pero aún con eso, el día de su muerte, la noticia me dejó paralizado. Mi abuelo es un hombre recio que difícilmente demuestra lo que siente. Así ha sido siempre. Pero esa noche no... esa noche se sentó junto al cuerpo de mi abuela, ahí en su recámara donde pasó sus últimos días, y lloró. Y no la soltaba. Lloró un gran rato hasta que mis tías lo apartaron de ahí. Eso me lo contó mi madre... su hija. Después se calmó y se fue a la sala. Yo me había ausentado por un rato. Cuando el momento llegó me tuvieron que avisar por el móvil. Corrí enseguida a casa de mi abuela. Crucé la puerta y mi abuelo me vió, se encontraron nuestras miradas y lo que no hizo, ni haría con nadie más, lo hizo conmigo. Me abrazó al mismo tiempo que me dijo "Se nos fue tu abuelita Julieta" y se desahogó llorando. Mi abuelo no ha llorado más con nadie. Unicamente solo. Yo era el nieto más cercano a ellos y por eso siento hasta la fecha, que mi abuelo encontró en mis brazos cierto consuelo. Hoy le agradezco en silencio esa confianza. Después de eso me escapé a la calle y me senté en una jardinera a llorar. Sin que nadie me viera. Era algo personal, íntimo. Julieta... mi Julieta ya no estaba más ahí, y eso dolía... aún duele.
Julieta y Esteban, 1944.
Hoy la mirada de mi abuelo es otra. Todo el tiempo tiene la mirada triste, los ojos vidriosos siempre. ¿Y cómo no? si medio corazón le fue arrebatado de su cuerpo para siempre. En diciembre cumplieron 61 años de casados, pero llevaban más tiempo juntos. Con los años vinieron los hijos, las carencias, el trabajo duro, la empresa familiar, los éxitos, los nietos, sus incontables viajes al extranjero, por todo el mundo. Las mil y un tardes junto a mi abuelo en esa vieja sala viendo la televisión, innumerables tardes de la mano de su viejo escuchando la música de marimba en el parque del centro de la ciudad. Miles de anécdotas, de historias, de amor compartido.... Hoy mi abuelo me ha compartido lo que era de esperarse, que se siente solo. Más solo que nunca... En el panteón, cuando enterraron a mi abuela, ya casi al irnos, se acercó a su tumba y le dijo algo que sólo un primo y yo alcanzamos a escuchar, algo que nos guardamos para siempre... "Te me adelantaste amor mío, pero pronto volveré a tu lado". Yo sólo volteé a ver al cielo. En ese preciso instante, las ramas del árbol junto a nosotros se mecían con el viento. Y muy en el fondo de mí, escuchaba las estrofas de "Besame mucho", la canción favorita de mis abuelos, la cual bailaron y compartieron decenas de veces... Quizá era ella, mi abuela, que se despedía de nosotros... del abuelo. Ella, mi Julieta, mi chula preciosa que nos miraba desde otro lugar, ese sitio donde el abuelo irá algun día a alcanzarla, para tomarla de nuevo de la mano y burlarse de la muerte misma. Caminarán juntos como antes, y mi abuela sonreirá, mientras su viejo la abraza y le pregunta al oído: "¿Cabremos juntos en la eternidad Julieta?, ¿Cabremos juntos en la eternidad?...
Julieta y Esteban con uno de sus bisnietos.
Descansa en paz mi Julieta preciosa... donde quiera que estés.
Julieta y Esteban, 1944.
Hoy la mirada de mi abuelo es otra. Todo el tiempo tiene la mirada triste, los ojos vidriosos siempre. ¿Y cómo no? si medio corazón le fue arrebatado de su cuerpo para siempre. En diciembre cumplieron 61 años de casados, pero llevaban más tiempo juntos. Con los años vinieron los hijos, las carencias, el trabajo duro, la empresa familiar, los éxitos, los nietos, sus incontables viajes al extranjero, por todo el mundo. Las mil y un tardes junto a mi abuelo en esa vieja sala viendo la televisión, innumerables tardes de la mano de su viejo escuchando la música de marimba en el parque del centro de la ciudad. Miles de anécdotas, de historias, de amor compartido.... Hoy mi abuelo me ha compartido lo que era de esperarse, que se siente solo. Más solo que nunca... En el panteón, cuando enterraron a mi abuela, ya casi al irnos, se acercó a su tumba y le dijo algo que sólo un primo y yo alcanzamos a escuchar, algo que nos guardamos para siempre... "Te me adelantaste amor mío, pero pronto volveré a tu lado". Yo sólo volteé a ver al cielo. En ese preciso instante, las ramas del árbol junto a nosotros se mecían con el viento. Y muy en el fondo de mí, escuchaba las estrofas de "Besame mucho", la canción favorita de mis abuelos, la cual bailaron y compartieron decenas de veces... Quizá era ella, mi abuela, que se despedía de nosotros... del abuelo. Ella, mi Julieta, mi chula preciosa que nos miraba desde otro lugar, ese sitio donde el abuelo irá algun día a alcanzarla, para tomarla de nuevo de la mano y burlarse de la muerte misma. Caminarán juntos como antes, y mi abuela sonreirá, mientras su viejo la abraza y le pregunta al oído: "¿Cabremos juntos en la eternidad Julieta?, ¿Cabremos juntos en la eternidad?...
Julieta y Esteban con uno de sus bisnietos.
Descansa en paz mi Julieta preciosa... donde quiera que estés.