sábado, agosto 27

Algo sobre la vida...

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(...) Life is what happens to you
while you’re busy making other plans...
*Fragmento de Beautiful Boy, de John Lennon.
*La foto la tomó un cuate: Mondi... y ella es Ele, la hija de unos muy buenos amigos.

lunes, agosto 22

Un pendiente menos...

Pues gracias por sus comentarios a mi post anterior... ya voy de gane por el simple hecho del ánimo contagiado. Es lunes y ya tengo un pendiente menos: en la oficina todo está en su lugar y mis cajones también están ya bien or-de-na-di-tos. Por la tarde siguen los archivos de la compu. Lo de la oficina quedó desde el sábado y es sorprendente como tras el cambio aquí adentro hasta el aire se siente más ligero. Así hasta si dan ganas de chambear!
Seguiré trabajando en los pendientes... y el ánimo. Saludos a los que posan sus ojos por acá.

viernes, agosto 19

No dejes para mañana...

Me he dado cuenta de algo: pareciera que últimamente me dejara absorber a propósito por mi trabajo, los pendientes y actividades banales (como ver la TV, escapar al cine aunque la cartelera no ofrezca nada bueno, irme al billar que me queda a dos cuadras del trabajo, dormir mucho o cualquier otra cosa) todo con tal de evadir el hecho de que me es urgente y necesario organizar muchas cosas en mi vida... y no porque la vida tenga que vivirse así, organizada de la A a la Z, sino porque creo en eso de la energía que fluye en nosotros y a nuestro alrededor y pienso que si uno deja ciclos abiertos, por asuntos más pequeños que pudieran ser, la energía simplemente se atasca, no fluye como debiera fluir... siento como si todo eso que me falta por hacer fuera una piedra muy molesta en el zapato. De lo que ahora recuerdo, tengo que presentar mi declaración de impuestos -bastante atrasada ya-, poner orden en los cajones de mis escritorios -el de la oficina y el de mi casa-, en mi habitación, ordenar los archivos de la computadora, ordenar los proyectos y anhelos en mi cabeza, saldar mis cuentas pendientes con la universidad!!! (eso es lo que más apremia)... perdonar y perdonarme tantas cosas, y olvidar otras más, etcétera, etcétera. A la larga también, he adquirido una especie de miedo por mí mismo, por el futuro... y uno grande a la incertidumbre... la económica sobre todo... No sé qué sucede conmigo, quizá sea esta transición a la adultez y la suma de responsabilidades para con uno mismo, quizá. Estoy en un trabajo que me demanda casi todas las horas de mis días... (de lunes a sábados y en ocasiones domingos) y he resuelto que no me hace feliz en lo absoluto, por diversas razones. Definitivamente no me hace feliz (vaya, ¡lo dije!). Y sigo ahí, aunque sé de mis capacidades y que la vida te presenta siempre distintas oportunidades. Quizá sea cuestión de suerte para estar en el momento y lugar adecuados. Así, después de meditarlo un poco, lo que percibo es lo siguiente: Quizá en el fondo, no sea la oscuridad la que me de miedo, sino la claridad que posiblemente tengo frente a mí, la que me vislumbra..... quizá...

Me viene a la mente una de las tiras de Quino, de los comics de Mafalda, donde Felipito coloca un cartel en su recámara que decía "No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy"

Y tras pegarlo se dice así mismo "¡Desde mañana mismo empiezo!" (jajaja, me río de eso y de mí mismo) porque como que he sido muy Felipe por muchísimo tiempo...
Supongo que a muchos pasa algo similar alguna vez, que uno se estanca y se acobarda de repente a pesar de las posibilidades... no sé porqué sea, pero esta vez, o desde tiempo atras, me ha pasado a mí... que hasta pareciera que la lluvia que acaricia el pavimento del otro lado de mi ventana esta noche, también mojara mi interior, apagando de golpe cualquier resquicio de esperanza y ánimo, ese fuego que lo impulsa a uno a aventarse de lleno a la luz o de plano cerrar los ojos para dejarse, sin temor alguno, caer...

lunes, agosto 15

Origami

Las casas, allí en la colonia dos de abril, adquieren formas espectaculares por las noches. La amarilla grande de la esquina se convierte en una inmensa boca que se traga a cualquiera que transite por ahí después de la una de la madrugada. La de don Beto, junto a la verdulería, se transforma en un abedul donde las luciérnagas y aves nocturnas suelen tener una ancestral ceremonia entre sus ramas: Cada ave se despluma sola. Enseguida cuatroscientas luciérnagas se adhieren a su cuerpo y ya en bandada remontan el vuelo dejando una estela de luz verde sobre la ciudad. La casa de una sola planta de la viejecilla del ojo de cristal desaparece. En su lugar uno puede ver un antiguo panteón indígena (hay que hacerlo desde una distancia considerable para evitar ser devorado por la casa de la esquina). Desde lo lejos puede sentirse el olor a flores muertas y oirse el canto de una princesa Chichimeca. Mi casa se vuelve un pozo lleno de fango. Un pantano con lirios, musgo y algas. Con trozos de madera flotando inertes en su superficie. Pasando las doce de la noche, me pongo mi traje de buzo, tomo una ración de acelga cruda y me voy a dormir.

jueves, agosto 11

...lo que siento

Hoy la vida pareciera asomarse a mis ojos como una masa viscosa que me atrapa y me inmoviliza... estoy cansado... física y emocionalmente... todo se revuelve... me mareo... y me siento confundido... perdido... y duele... la vida hoy me duele... y no sé porqué... pero es lo que siento... a pesar de saberme inmerso en un milagro, de saberme vivo y rodeado de tantas cosas buenas... a pesar de todo... la vida (o las trampas de mi cabeza) me hiere como si llevara una antigua astilla clavada dentro... muy adentro... en el alma... sólo lo quería compartir... quizá mañana no me sienta así... pero hoy así lo siento...lo siento...

miércoles, agosto 3

Sinfonía de un abrazo

......Afuera, la lluvia no cesaba de limpiar el aire de la ciudad. En la sala, tras la ceremonia a la que asistí, se aparecieron ellos, eran como once si no mal recuerdo, todos vestidos de negro. Tomaron sus lugares y en un instante la música comenzó a mecerse en el aire como hoja de otoño paseando con la brisa hacia un final inevitable. Ella lucía como inmersa en un sueño, recostando la cabeza en su lecho de madera. Las vibraciones llegaban a mis rodillas y a mi pecho como atraídas por una fuerza invisible; se escurrieron desde los hilos de metal hasta el suelo, donde se arrastraron sigilosamente colándose por las butacas hasta atravesarme la planta del pie, pasar por mi peroné para luego acomodarse en mi rodilla; de ahí, brincaron a mi estómago provocándome una punzada que mi boca convirtió en una sonrisa. Me era inevitable no anclar la mirada en ese calculado movimiento de sus dedos sobre las cuatro solitarias cuerdas de su cello. Su mano derecha tomaba el arco como si fuera un cuchillo con el que cortaba el silencio para hacerlo estallar en un grito delgado y armonioso. Sus ojos no parpadeaban, tan sólo se mecían de norte a sur para traducir los signos del papel en el atril en un sonido parecido a un hechizo. El brillo de sus ojos ponía también algo de luz a su arte. Y parecía que no respiraba, el frágil movimiento de su piel a la altura de su abdomen delataba sólo un nivel alto de concentración y una paz inmensurable. Por unos segundos, era como si en la sala aquella, fuéramos sólo ella, su violoncello y yo. Las notas seguían flotando en el aire, como zapatillas de mujer, y su rostro era como una fotografía de la música atrapada en un frasco de cristal. Con el brazo del cello descansando sobre su hombro y su mano izquierda acariciándole las venas a su cómplice, el poco aire que emanaba de sus pulmones parecía llevar algo de magia a todo el espacio. Y ahí estaban ellos, atrapados en un largo abrazo, como si en un ahogado grito de placer, ella y su cello hicieran el amor, hasta llegar a la catarsis.
Así fue como dos amantes y un desconocido fuimos cómplices de una tarde, en aquel lugar donde la orquesta moría, mientras ella y yo renacíamos juntos flotando inmóviles sobre las cuerdas de su vida.
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*Dedicado a Paty Ivison
(Extraordinaria cellista, amiga y confidente)

lunes, agosto 1

La utopía

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"La utopía está en el horizonte.
Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá.
¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar."
Eduardo Galeano
Foto: Carlos